La pérdida de conocimiento puede producirse por distintas causas:
shock, síncope, ataque cardíaco, intoxicación, asfixia, epilepsia, crisis diabéticas, lesión en la cabeza...
En una situación así tendrás que mantener a calma para ayudar a la persona y asegurarte de que alguien avisa a una ambulancia.

Es primordial mantener la respiración del individuo, ya que la asfixia es el mayor peligro. Lo más común es que la lengua caiga hacia atrás y bloquee la entrada a la laringe. También el vómito, sangre o la saliva pueden obstruir la entrada de aire. Para evitar esta situación hay que despejar completamente la vía respiratoria, manteniendo la cabeza baja e inclinada hacia atrás para quitar la lengua de la tráquea y volver a un lado la cabeza para que los fluídos (saliva, vómito, sangre...) salgan de la boca. La forma más fácil es poner al individuo en posición fetal, de recuperación, para permitir que respire con facilidad aunque esté inconsciente.

Deberás aflojar la ropa que le puede oprimir y evitar almohadas o elevarle la cabeza.
Aunque la pérdida de conocimiento dure unos pocos segundos y tras ello el individuo se recupere y se encuentre bien, es recomendable que acuda al médico haga una revisión y detectar la causa del achaque. Si el enfermo tiene dificultad al hablar o de coordinación hay que llevarlo al hospital inmediatamente.
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